Un Gobierno indolente al que la educación le vale huevo
- Elkin Pelaez
- hace 2 días
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Hoy, tras casi tres años de mandato, la realidad es otra: promesas vacías y excusas constantes.

Por años, la educación ha sido el caballito de batalla de cada campaña presidencial. Todos prometen transformarla, dignificar a los maestros, mejorar la infraestructura, universalizar el acceso y garantizar recursos. Gustavo Petro no fue la excepción. Su discurso de campaña lo posicionó como el presidente del cambio, el que por fin iba a hacer de la educación el pilar del desarrollo social. Pero hoy, tras casi tres años de mandato, la realidad es otra: promesas vacías, excusas constantes y un abandono sistemático que raya en la negligencia.
Según el propio gobierno, la educación es “la cartera con más rezagos” y “no ha girado alrededor del programa de gobierno”. ¿Y entonces? ¿En qué momento se volvió aceptable que un presidente reconozca el desastre y se lave las manos culpando a sus ministros, como si él no los hubiera nombrado? La reciente publicación de El País deja en evidencia lo que todos en el sector educativo ya sabíamos: el cambio nunca llegó, y mientras tanto, nuestras escuelas siguen con techos rotos, sin acceso a conectividad, y los docentes, heroicos como siempre, sobreviven en condiciones laborales precarias.
Lo más grave no es solo el incumplimiento. Es la indolencia. ¿Cómo se puede decir que se gobierna para la gente cuando a los maestros les toca rogar por una cita médica, desplazarse kilómetros para que los atiendan o mendigar un medicamento? ¿Cómo hablar de calidad educativa si quienes la sostienen —los docentes— no tienen garantizado ni siquiera el derecho a la salud?
No se trata solo de invertir en más aulas o de pintar escuelas para las fotos. Se trata de diseñar una política educativa coherente, sostenida, con presupuesto y con visión de país. Una política que entienda que no puede haber transformación educativa si los maestros están enfermos, cansados y olvidados. Si la salud del educador está en crisis, la calidad de la educación también lo está. ¿Qué esperanza puede sembrar un maestro que ni siquiera puede cuidar su propia vida?
Exigimos más que discursos. Exigimos coherencia. Exigimos compromiso real con la educación pública, con la dignidad docente, con el futuro de millones de niños y jóvenes. Porque la educación no es un eslogan de campaña. Es un derecho. Y cuando el gobierno le da la espalda, no solo incumple. Traiciona.
Profes al Aula.
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